“Alicia se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir de allí”. Lewis Carroll

miércoles, 31 de octubre de 2007

¿Y qué... si los dedos de mis pies se convierten en cenizas?
Seré polvo que canta el porvenir al abrigo de otra huella palpitante.

Angélica Santa Olaya D. R. ©

Del libro inédito "Rumor de arcilla"
México, D. F. noviembre 2007.
Fotografía: Iván Ibarra D. R. ©

martes, 30 de octubre de 2007

¿NO TIENES NADA QUÉ HACER HOY POR LA TARDE?

Asiste al espectáculo poético, musical, visual, que se presenta en la calle de Gloria #14, Barrio de la Candelaria, Coyoacán (por la calle Emiliano Zapata) a las 18:00 hrs.

El colectivo artístico La Quinta Tepantitla comparte su espacio para ofrecer una experiencia poética con la muerte en esta semana de encuentros ancestrales. ENTRADA LIBRE

XIBALBA El sexto sol
Espectáculo escénico

Poesía y voz: Alicia Juárez y Angélica Santa Olaya

Arte sonoro: Hugo Santos

Arte visual: Cristina Hoyos, Yuriko Estévez, Martha Delgado y Susy Luna

TE ESPERAMOS con todo y cobija. Brrrrrr......

En el marino jardín de las delicias,
donde el infierno conduce al cielo…
tartamudea mi calma
con el tacto del encuentro.

Suave aliento de tu beso
atolondra los sentidos.
Escurren las vocales de la boca;
abecé de salivas.
Por los besos he perdido
y he ganado todo por los besos:
De ellos vengo hacia ellos voy.

Metáfora del verso encabalgado,
rima perfecta entre las bocas.
Mordedura de palabras
donde pierdo la cabeza.
Húmedos oxímoros
y mareas de antítesis saladas.
Cada sílaba es un diente
y los labios acentos por marcar.

No te he dado un beso
y veo tu cabello
ya enredado entre mis ganas.
Son los dedos sobre el rostro
las miradas asombradas.

Te miro la boca
y me como en rebanadas
tu dulzura que se nota a leguas.
Todo es mío menos tu beso,
un sabor que no sabía a qué sabía.

Estos ojos te están tocando…
Mis ojos son mis labios
cuando buceo en ti
sobreviviendo a tus oleajes.
Un pez goloso es esa lengua.

Entre los labios escapa nuestra vida,
dulce y suave simiente de añoranza.
¿Qué más existe en un tiempo que
no es el de las horas?

Fernando Reyes D. R. ©

"El pez goloso de tu lengua"
México, Ediciones Libera, 2006.

lunes, 15 de octubre de 2007


¿Qué es la vida, qué es la muerte para un desahuciado? ¿De dónde viene el dolor? ¿Cómo puede un hombre soportar la postración, metáfora viva del infierno? Inmóvil, sin emitir sonido alguno, escucha su voz interna mientras la conciencia le revela estampas albergadas en la memoria, como los caminos de Coyuya o las playas de San Blas. El cuarto de hospital es otro mundo y el tiempo se transforma en siglos. Miradas de lástima se encajan en su cuerpo: a él sólo le queda rebelarse contra Dios y llorar en silencio sin que el sollozo que tiene atragantado en la garganta pueda liberarse.
En este relato, Angélica García Santa Olaya aborda la crudeza del tema de los enfermos incurables, que no esperan del mañana sino el momento de la muerte. Con una prosa ágil y fluida, plena de imágenes contundentes, la autora recoge el sentir de un hombre que, ya sin coraje, trata de reconciliarse con su realidad.

Silvia Pratt

lunes, 8 de octubre de 2007

CANCIÓN DEL ESCRIBA DE PIE
(Fragmento)

"Si miramos el desierto
como un cuero de camello
aplastado por la luz
no podremos ver cada partícula
que a cada instante abandona
su grano de arena..."


No: yo jamás escribí ni pinté
el discurso de ningún viajero
ni mencioné las ruinas imperiales
ni escuché las preguntas
que sólo un rey de pupilas arrancadas
pudo responder.
Dime tú que lavas los pasos
en la espuma triturándose:
¿qué hombre preguntará
con la voz de todos los hombres?
¿qué mujer gritará
contra el destino de su vientre?
¿qué cantor contra el silencio
metido en su canción?
Solamente aceptemos en la noche
las respiraciones congeladas
de una serpiente
que no puede dormir.

Saúl Ibargoyen D. R. ©

"El escriba de pie"
México, Tintanueva Ediciones, 2003.
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©

sábado, 6 de octubre de 2007

SEGUNDA NECEDAD

Ninguno venga a decirme dónde y cómo colocar los huesos, propios y ajenos, que yerguen este cuerpo entre las sombras.