“Alicia se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir de allí”. Lewis Carroll

miércoles, 26 de octubre de 2011

VENUS

Y llegó Venus
con el torso abierto

El corazón duplicado
por obra y gracia
del beso de un ángel

Las ingles iluminadas
y los abiertos labios
listos para guarecer
la lluvia de cualquier diluvio

En el rojo planeta
se entretejen filamentos de oro

Florales tentáculos
que acinturan
la oscuridad

Ella;
Roja
Dispuesta
Perenne

Habitáculo
de la semilla

Flor de flores

Vegetal invitación
a perderse
en el pubis
sudoroso
que paciente espera
la visita
de alguna húmeda verdad.

Angélica Santa Olaya D. R. ©
México, D. F., junio 2011.

Fotografía: Willmer Pérez Morales D. R. ©


lunes, 17 de octubre de 2011

 EL SUEÑO DE LA BESTIA

Soñé que estaba en la casa de la bestia. Sus garras tocaban la punta de mis dedos. Preparé las armas y la lengua para recordarle las infancias puestas a la deriva y las tantas manos degolladas.  Mis ojos se atascaban en el mar de las palabras por decir. Mis dedos desmenuzaban, casi en silencio, la burocrática minuta. La bestia llevaba una corbata azul celeste con bordados de oro tan larga como su aborregada mirada. Tan larga como los vacios discursos que día a día repetía sin cesar. La palabra urgía por salir golpeando casi la puerta de mis labios. Yo esperaba... esperaba el momento justo, preciso... para saltarle sobre la yugular. Cuando pude abrir la boca las letras brotaron como disparos que rozaron uno a uno su cínica sonrisa. Acomodó su corbata, se levantó de la mesa delante de la audiencia y se fue.  Yo corrí detrás de ella con la piel expuesta, afiebrada por el escalofrío que es hijo del terror. De ese terror extraño que nos hace desear el sufrimiento. Corrí desesperada llenándome las uñas de lodo en cada paso. Hundiendo la huella en la membrana del camino. Gritándole mi nombre.  Pidiéndole que no huyera. Una espina se incrustó en mi pie. Miré mis garras. Iba desnuda, en cuatro patas, gruñendo como un tigre bengalí. No conseguí alcanzar a la bestia. O tal vez sí. Tal vez corría pegada a la sombra de mis huellas, pero yo no pude verla.


Imagen tomada de: AQUÍ