“Alicia se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir de allí”. Lewis Carroll

martes, 29 de enero de 2008

CONVOCATORIA DE CUENTO CONJETURAL

I Concurso Sinergia - Realidades Alteradas

1) Pueden participar en este concurso escritores de todo el mundo. 2) Los cuentos deberán estar escritos en castellano y tener 1.000 palabras o 7.000 caracteres con espacios como mínimo y 3.000 palabras o 20.000 caracteres con espacios como máximo. Esta regla no admite excepciones.3) El tema del concurso serán las “realidades alteradas”. Cada participante elegirá qué tipo de alteración experimenta la realidad y en qué clase de espacio o tiempo conjetural decide jugar la trama. 4) Los cuentos de vampiros, hombres lobos, dragones, princesas vírgenes y héroes anabolizados serán descalificados inmediatamente. El propósito de este concurso es promover la narrativa conjetural y proponer una alternativa a la literatura fantástica dominante.5) El jurado seré yo (Sergio Gaut vel Hartman), entre otras cosas porque no deseo impedir la participación en el concurso de un cierto número de amigos escritores. 6) Los ganadores serán tres, aunque me reservo el derecho de subir la cifra a cuatro o hasta cinco. El propósito es que no queden buenos cuentos sin premio. Cada uno de los ganadores recibirá un paquete de libros y los cuentos serán publicados en Sinergia. En segunda instancia, existe la posibilidad de que los cuentos ganadores sean publicados en una antología, recibiendo por ello una pequeña suma monetaria. Esto depende, claro, de que el libro se haga.7) Los cuentos deben ser enviados a la dirección de “Colaboraciones” que figura en “Comunicación” en la página de Sinergia
colaboraciones@nuevasinergia.com.ar
.8) El concurso queda abierto a partir de este momento y se cerrará el 29 de febrero de 2008. El ganador se conocerá el 30 de abril de 2008. No se aceptarán cuentos con seudónimo y mantendré correspondencia con todos aquellos que quieran preguntar o comentar algo.

Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©


domingo, 27 de enero de 2008

CRÓNICA DE UN FINAL NO ANUNCIADO

A las 10:45 -con carteles bajo el brazo, pinzas y trocitos de alambre en el bolsillo; y el entusiasmo saliéndosenos, inevitablemente, por la sonrisa- comienza el recorrido. Nos dividimos las estaciones, salteadas, de cinco en cinco. Un equipo de mujeres (Anita y yo) y otro de hombres (Marco, Román e Iván).
Nos toca el lado amable de ser los últimos en la lista. Los policías, ya acostumbrados a estas visitas, son muy amables. Acuden presurosos a abrirnos la puerta, sonríen, nos hacen comentarios y recomendaciones. Sólo en dos estaciones nos la arman un poco de tos a Anita y a mí. Curiosamente, son policías del sexo femenino. Que si no podemos tomar fotos, que de dónde venimos… piden nuestro santo y seña… Me quedo reflexionando en la supuesta “competencia femenina” que argumentan algunos hombres para describir la relación entre mujeres y me pregunto si al equipo masculino le habrá pasado lo mismo. Más tarde me entero que, ellos también, recibieron el regaño de una mujer policía que se sintió ofendida porque la saludaron, pero no le dijeron a qué iban. ¿Será que somos más exigentes?
Los primeros alambres, manipulados por inhábiles dedos, se nos resisten con gran valentía al principio. A la tercera estación, Anita y yo estamos seguras de tener el ángulo exacto para domar su resistencia y el trabajo se vuelve más rápido y fácil. Ella coloca un lado y yo el otro. Comenzamos a charlar ya un poco menos preocupadas por estar haciendo bien nuestra labor.
En Hamburgo el policía nos recibe con una amplia sonrisa y nos pide que pongamos dos carteles. Uno le parece poco para la cantidad de gente que circula en la estación. Agradecemos su interés y le explicamos que no podemos poner dos porque hay que cubrir aún las otras estaciones.
La mañana transcurre líquida y tibia a nuestro lado. A Anita y a mí no nos para la boca. Compartimos sueños y proyectos y nos sentimos alegres de poder conocer un poco la una de la otra; más allá de quedar ligadas, para siempre, en este proyecto que rebasa, en ese momento, el objeto “cartel”.
Llegamos a Reforma donde el policía, quien vigila muy de cerca la colocación del cartel, nos pide que le regalemos uno antes de irnos. Nos platica que una viejita quiso llevarse, un día, el cartel de Dulce, pero que él no se lo permitió. Entre risas le reprochamos no haberla dejado “hurtar” el objeto de su deseo y le aconsejamos que, luego de catorce días, antes de irse a su casa, cuando nadie lo vea, se lleve consigo el cartel que acabamos de colocar.
Nos comunicamos con los hombres de vez en cuando para monitorear el recorrido. Todo va bien, dicen. Están en Insurgentes y el policía está con ellos leyendo el poema. Les comenta que es muy bonito, que sí lo entiende, que ahí dice que “la mujer, porque no es artificial, reverdece…” Percibió, exactamente, la esencia del poema. Les dice que “qué bueno que se hagan estas cosas” y les muestra su pulsera de apoyo a la dignidad de las mujeres y contra el acoso sexual. Cuando me entero de esto, confirmo que la sensibilidad y el sentido común de los mexicanos está presente más allá de aquellos que piensan que la mayoría de la gente no entiende la poesía (sólo hay que permitirle entrar en nosotros) y, al mismo tiempo, se disipan mis dudas acerca de la presunta contraposición que podría haber entre mi poema, y el de Dulce, y la campaña que el Gobierno del Distrito Federal lleva a cabo contra el acoso sexual (razón por la cual, mi cartel y el de Dulce quedaron al final en la lista).

Anita y yo les estamos pisando los talones a los hombres y, cuando pasamos por Insurgentes, alcanzamos a ver al mismo policía, frente al cartel, ensimismado aún, o nuevamente, no lo sé… en la lectura. Lo vemos, nos miramos entre nosotras cómplices, sonreímos satisfechas. Lamento no haber tenido la cámara preparada en ese instante, pero la imagen se queda en el corazón.
Comenzamos a sentir el cansancio en los pies. La falta de agua seca nuestra boca, pero no queremos salir a buscarla por no ir al baño y la conciencia de que aún nos resta un buen trecho para terminar el recorrido. Decidimos aguantar hasta el final.
En El Chopo nos aborda un joven de nombre Daniel Guzmán que trabaja en Metrobús. Quiere saber si nosotras somos las autoras de lo que dice el cartel. Quiere saber, también, dónde puede conseguir uno. Nos pregunta a dónde puede acudir la gente para conseguir uno de ellos. Le mostramos la dirección mail del colectivo, pero parece no serle suficiente. Nos pide un teléfono o algo más. No quiere irse sin nada. Le doy mi teléfono y se va, por fin, al parecer, más contento.
Ahí la llevamos. Los hombres nos han rebasado ahora. Anita y yo estamos cansadas y hambrientas. El parloteo ha ido bajando de nivel. En Buenavista colocamos el último cartel que nos tocó. Son las tres de la tarde. Anita debe ir a comer con su abuela. Nos despedimos con la intención de no perder el contacto. Yo, que aún debo esperar a los hombres, decido bajar a tomar un refresco con siete pesos que me presta Anita porque no llevo monedero. Compro una Coca en el puesto de la esquina y me siento a beberla, exhausta, en la banqueta. Ya no me importa si no hay baño. Mi cuerpo necesita líquido. Una vez hidratada decido comprar unos cacahuates, pero me faltan cincuenta centavos. El chico del puesto se conduele de mí y me los perdona.
A las tres y media nos reunimos los que quedamos y vamos a comer. A las cinco emprendemos el viaje de regreso. A través de la rejilla de las estaciones, miro, al pasar, ya sentada en el bus, nuestro cartel. Está ahí, muy estiradito y limpio esperando la mirada de los transeúntes. En la estación Poliforum veo a una pareja de novios que, al comprar su tarjeta, se ve atraída por él. Los muchachos posponen la compra del boleto y se detienen a leer.
En la mano derecha llevo el racimo de gafetes. Pienso en las manos de mis compañeras llevándolos, tal vez, de la misma manera que yo los llevo y, en ese momento, me doy cuenta de que ese racimo de gafetes es, en realidad, un racimo de sueños compartidos y por compartir. Sueños puestos en palabras e imágenes con la esperanza de que alguien los mire al pasar, en medio de su trayecto a algún lado.
Me miro los nudillos rasguñados y las uñas llenas de esa mugre que no quiso salir con una simple lavada de manos en el restaurante y me sonrío a mí misma. No sé qué tanto sí o qué tanto no, pero es un hecho que logramos nuestro objetivo. Esos novios y ese policía leyendo me lo dicen. Me digo que vale la pena y que hay que seguir insistiendo. El arte y la poesía no pueden ser privilegio de unos cuantos y es nuestro deber tomar los espacios disponibles. El sonido del motor del bus arrulla mis pensamientos.
A las seis y media nos reunimos con Haydeé y Juan en Dr. Gálvez. Entre todos colocamos los carteles que, por equivocación, los hombres desmontaron de Indios Verdes. Sin querer, la exposición cambia de sede al sur de la ciudad.
Haydeé y Juan, muy guapos, van a una fiesta (diviértanse mucho…) y nosotros –chamagosos, pero contentos- nos dirigimos al cine para cerrar con broche de oro este día que no es, ni por equivocación, el fin del trayecto. El viaje apenas comienza… Gracias Haydeé.


Angélica Santa Olaya D. R. ©
México, D. F. enero 2008.


miércoles, 23 de enero de 2008

EPIFANIA

Era tan hermoso que decidió vigilarlo para que no se fuera. Se sentó en una piedra y no le quitó los ojos de encima ni un solo segundo.
Ese día no comió, ni bebió ni se preocupó de resguardarse para calmar el calor. De pronto, el sol, aburrido de sentirse observado, corrió a esconderse en el único lugar donde no podría ser visto por el hombre; dentro de él.
El hombre, inundado de luz, encegueció. Entonces vino la noche y ambos, hombre y sol, pudieron descansar. Al día siguiente el hombre sabía que, aún ciego, no estaba solo.

Angélica Santa Olaya D. R. ©

México, D. F. enero 2008
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©

sábado, 19 de enero de 2008


¿SABES DE QUÉ ESTÁ HECHA UNA MUJER
SIN CONSERVADORES?
Encontrarás la respuesta en alguna de las estaciones del metrobús a partir del próximo fin de semana...
Mientras esperas que llegue...

miércoles, 16 de enero de 2008

BOLAÑO ENTERO Y A PEDAZOS EN CARAJO
Un homenaje a ese gran escritor que es Roberto Bolaño es el que el periódico literario chileno Carajo, ha realizado en su último número dedicándolo a él.
2666 al paredón, de Raúl Zurita; Viaje por los viajes de Bolaño, de Horacio Eloy; Una isla que se hunde, de Enrique Vilas Matas y El detective cursi, de esta necia indagadora de madrigueras, Angélica Santa Olaya; son algunos de los ensayos que aparecen en esta publicación la cual, según me informan, ya se encuentra a la venta en los quioscos de todo Chile.
Gracias al poeta y pintor Leo Lobos y al editor de Carajo, Sergio Ojeda, por convidarme a esta publicación y dejarme desahogar mi admiración por el chileno que llegó a México un día y colocó sus palabras errantes en una motocicleta para atreverse a la aventura de este país. No conozco Chile, pero es bueno saber que mis letras recorren ya la tierra del maestro Pablo Neruda quien detonó mi interés por la poesía cuando era apenas una niña de 12 años y leí, por vez primera, en el libro Segundo curso de Español, de Moisés Jiménez Alarcón y José Vizcaíno Perez (libro que románticamente conservo) los versos que se me metieron en el tuétano: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo: "la noche está estrellada y tiritan, azules, los astros a lo lejos..." Mi corazón se encogió y, desde entonces, se dedica a buscar las palabras que muevan el corazón de otros. No sé si lo logro o no, pero seguiré insistiendo hasta que mi mano deje de moverse por propia voluntad porque, a mí, ya no me obedece.
Algún día podré estar en la Isla Negra y sentir en mi rostro el aliento de ese mar que respiró Neruda. Y tocaré la oscura piel de las calles en las que Bolaño comenzó su viaje de tristezas. Conoceré el olor de la tierra donde Huidobro inició la mítica caída. Y comeré humitas de choclo y beberé vino y me saciaré la vista con la cordillera de los Andes. Un día.
Mi ensayo, El detective cursi, aparece en este mismo blog por si quieren leerlo. Busquen en las entradas anteriores (sábado 25 de agosto de 2007).

lunes, 14 de enero de 2008

CERTEZA

Si es real la luz blanca
de esta lámpara, real
la mano que escribe,
¿son reales los ojos
que miran lo escrito?

De una palabra a la otra
lo que digo se desvanece.
Yo sé que estoy vivo
entre dos paréntesis.

Octavio Paz D. R. ©

"Lo mejor de Octavio Paz I"
México, Ed. Planeta, 1989
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©

jueves, 10 de enero de 2008

DE DOS EN DOS
El dos es un número que me encanta. Son dos los ojos que me permiten asomarme a la madriguera, dos las piernas con que avanzo en el tablero, dos los brazos con que envuelvo a quien se deja y dos las manos-balsas en que navego, mezclando tinta con sal, cuando el mar se pone bronco. Dos pequeñas, pero poderosas, embarcaciones que resguardan mi razón aún inmersa en la irracionalidad (de ahí precisamente el resultado; la dualidad es unidad paradójica e indivisible).
Y dos, también, se necesitan para amar y crear vida. De dos en dos amamos y creamos aunque, a la hora de sufrir, casi siempre es uno el que llora. Y entonces, aún así, la creación continúa engarzada al origen. Hay, por supuesto, muchas otras referencias al número dos, pero, para mí, estas son las esenciales. Mi ascendente astrológico es Géminis, dos y dos son cuatro, que es mi número de la suerte, y son dos los grupos de estudiantes de Historia que este año lidiarán con la maestra de Herramientas Escriturales de Investigación.
Además, El motivo de este -somero, pero sentido- homenaje al número dos es que hoy recibí dos buenas noticias. La primera es que me publicaron en el número 11 de la revista Parteaguas, del Instituto Cultural de Aguascalientes, que se distribuye en las librerías EDUCAL. La segunda es que mi amigo, el escritor Obed González, obtuvo el segundo lugar en el Primer Concurso Interdisciplinario de Arte, que convoca la revista argentina El Rescoldo, en la categoría de Ensayo. Felicidades Obed, sabes que todo lo bueno que te suceda es motivo de alegría para mí; lo he dicho y aquí lo reitero. Sé que hubo personas de toda América así que el mérito es mayor.
DIvina dualidad universal, útero que cobijas el gérmen de la vida, encorvada madre del devenir, torcido árbol de sabiduría, redondo espejo de veneración, arca de los besos, orgulloso profeta de los desvelados, refugio de los pecadores, estrella incondicional de los que se atreven; síguenos cobijando bajo tus buenos augurios. Amén.

lunes, 7 de enero de 2008


EL AMOR ES OTRA COSA, SEÑORES

Uno se hace a la idea,
desde la infancia,
de que el amor es cosa favorable
puesta en endecasílabos, señores.

Pero el amor es todo lo contrario del amor,
tiene senos de rana,
alas de puerco.

Mídese amor por odio.
Es legible entre líneas.
Mídese por obviedades,
mídese amor por metros de locura corriente.

Todo el amor es sueño
-el mejor áureo sueño de la plata-.
Sueño de alguien que muere,
el amor es un árbol que da frutos
dorados sólo cuando duerme.

Eduardo Lizalde D. R. ©

"¡Tigre, tigre!"
México, Ed. FCE, Biblioteca Joven, 1985.

miércoles, 2 de enero de 2008

Debo reconocer que el 2007 fue un año productivo, no sólo en cuanto a logros profesionales sino también en cuanto hallazgos personales. Sé que es día 2, pero yo soy así: de acción retardada. Quiero agradecer por este medio a ciertas personas cuya presencia y apoyo incondicionales fueron importantes en el año que pasó: Gabriela Pais, poeta y editora argentina, por creer, desde siempre, en mi lado oscuro del espejo y hacer posible el parto de este libro que tanto sufrió para ver la luz y al cual parece pintarle bien el año que comienza; Saúl Ibargoyen que escribió la contraportada regalándole su invaluable apoyo; Orlando Arreola que me dió chamba en la ENAH creyendo en mi capacidad como maestra (estoy disfrutando muchísimo esta nueva etapa de mi vida); Sergio Gaut vel Hartman, escritor y editor argentino, quien tuvo a bien incluirme en su antología Grageas, 100 cuentos breves de todo el mundo, con el cuento Narciso 2050, junto a una docena de compañeros mexicanos (Alberto Chimal (maestrazo), Doris Camarena, Sandra Becerril, Marcial Fernández, René Aviles Fabila, entre otros...) y junto a un chingo de escritores de diversas partes del globo. A Haydeé Ramos por invitarme al proyecto Poesía en movimiento (mi cartel poético, con la poesía Sin conservadores, estará en las estaciones del metrobús de la ciudad de México en los últimos días de enero, estén pendientes...). Gracias también a Marco Antonio Ibarra porque su cariño y solidaridad me ayudan a seguir caminando por estos arduos y pedregosos caminos del Señor.
Gracias a todos ellos y a todos los que no están en esta lista, pero sí en mi corazón. Que el año próximo tengan muchos besos, abrazos y éxito en todo lo que se propongan aunque a veces se encuentren con las inevitables "garrapatas energéticas" -esas que pueblan las "sabias" predicciones de la famosa pitonisa Mizada Mohamed (órale con el nombrecito...)-, pero que sí existen; se los juro por el osito Bimbo.