
Lo siento. No puedo evitar ser una aguafiestas. ¿Cómo dejar de pensar en los niños que en estos momentos se preocupan sólo por sobrevivir en Palestina o algún otro lugar del mundo? En nombre de la religión se han cometido las atrocidades más terribles y la lección no es aprendida. ¿Qué tiene que suceder para que el hombre aprenda la lección? ¿Para que le regrese la memoria de lo vivido en carne propia y pueda condolerse de sus hermanos? La noticia de hoy en Gaza, es que, luego de la ofensiva militar israelí del 27 de diciembre, anoche murieron 18 palestinos y la mitad de ellos eran niños. ¡Qué grande se siente el hombre sobre sus tanques y barcos! ¡Qué grande es cuando cruza sobre su pecho el arma y olvida las lecciones de la historia! ¡Cuánta estupidez! ¡Cuánta utilización de mentes y corazones para conservar la tajada mordisqueada de poder que otros arrojan despectivamente a la orilla del vado! Y el horror se apodera, inevitablemente, de los más débiles; de los que ni siquiera conocen las causas originales de la guerra. Y en lugar de un día de juegos y berrinches infantiles, los niños en Gaza empuñan las armas y sobreviven como pueden porque sus padres no pueden ya protegerlos porque están muertos. Perdón por aguar este día, pero el coraje y la indignación no me dejan aplaudir. Otro año más de muerte y horror en nombre de Dios y del poder. ¿Estos son los niños que queremos para el mundo? ¡Qué dolor! El tiempo pasa de largo para muchos... mientras los Reyes Magos, en algún lugar lejano, preparan juguetes y regalos que la sangre vuelve invisibles para otros.
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