y a tu mujer y a tu hijo y a tu hermano
y métete en el costal de tus huesos
y échate a rodar si quieres ser poeta.
Que no te esclavicen ni tu ombligo ni tu sangre,
ni el bien ni el mal,
ni el amor consuetudinario.
Tienes que ser actor de todas las cosas.
Tienes que romperte la cabeza diariamente
sobre la piedra, para que brote el agua.
Despues quedarás tirado a un lado
como un saco vacío
(guante de cuero que la mano de la poesía usó),
pero también quedarías tirado por nada.
Yo me quejo Tarumba,
de estar sirviendo a la poesía y al diablo.
Y a veces soy como mi hijo,
que se orina en la cama,
y no puede moverse, y llora.
Jaime Sabines
Tarumba 1956.
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