DÉCIMA SEGUNDA NECEDAD
No quiero negar el beso que me aguarda al amparo de los heliotropos. Hay un aroma a helechos untado a la dermis de mis pasos cada vez más cortos, cada vez más tibios... Un azul que ronda la acera por donde se pasean los sueños… La tarántula que muerde los tiernos dedos de los niños pequeños, todos los días, cada tarde, en el tiempo de los colmillos, destila su veneno soslayando la luz que se cuela en la ventana… pero este caracol avanza con los zapatos desanudados y no se detiene ni siquiera a vislumbrar las encías desnudas de la rastrera Medusa que se mira al espejo una y otra vez porque no sabe mirar otra cosa que sus propias viscosas y dentadas pelambreras… El molusco alado prefiere el camino sembrado de secuoyas y líquidos abrazos pronunciando la palabra mágica que despierta una sonrisa en el dintel de la espera… Allá va, lento, lamiendo las estrellas y aferrándose a las plumas que dóciles esparcen la tibia ceniza que renace, día a día, en el abrazo de un árbol de elevado ramaje… aunque escondidas, en la periferia de los besos, saliven las fauces que todo lo muerden menos a sí mismas porque sería mortal. ¿En dónde el tesoro que resguarde los dulces pétalos de los floripondios? ¿En dónde el antídoto para tanta indolencia? ¿En dónde el relicario para este azul que regala su vestido a la dócil piel de las jacarandas? Y sin embargo, el sueño abraza la raíz sumergido en el beso de un corazón que vuela con la brisa…
No quiero negar el beso que me aguarda al amparo de los heliotropos. Hay un aroma a helechos untado a la dermis de mis pasos cada vez más cortos, cada vez más tibios... Un azul que ronda la acera por donde se pasean los sueños… La tarántula que muerde los tiernos dedos de los niños pequeños, todos los días, cada tarde, en el tiempo de los colmillos, destila su veneno soslayando la luz que se cuela en la ventana… pero este caracol avanza con los zapatos desanudados y no se detiene ni siquiera a vislumbrar las encías desnudas de la rastrera Medusa que se mira al espejo una y otra vez porque no sabe mirar otra cosa que sus propias viscosas y dentadas pelambreras… El molusco alado prefiere el camino sembrado de secuoyas y líquidos abrazos pronunciando la palabra mágica que despierta una sonrisa en el dintel de la espera… Allá va, lento, lamiendo las estrellas y aferrándose a las plumas que dóciles esparcen la tibia ceniza que renace, día a día, en el abrazo de un árbol de elevado ramaje… aunque escondidas, en la periferia de los besos, saliven las fauces que todo lo muerden menos a sí mismas porque sería mortal. ¿En dónde el tesoro que resguarde los dulces pétalos de los floripondios? ¿En dónde el antídoto para tanta indolencia? ¿En dónde el relicario para este azul que regala su vestido a la dócil piel de las jacarandas? Y sin embargo, el sueño abraza la raíz sumergido en el beso de un corazón que vuela con la brisa…
4 comentarios:
Alicia, qué necedad más tierna. Tu registro se ha salido de la caja de los sentidos y comulga con la brisa, donde el corazón es ala.
Después de todo, caminar no parece el destino del pie. Así que la siguiente luminosa necedad ya es espora de esta respiración de una sangre llena de corazones volátiles.
Le dejo un beso necio y emocionado a tus palabras.
Gracias Antonio,
Parece que Alicia está sufriendo una metamorfosis endocrinometabólica que le ha reblandecido el caparazón al caracol que guarda en el bolsillo del delantal... Hoy nació esta Necedad azulosa y volátil al abrigo de una tarde tibia y sedosa de abril. Gracias por asomarte,
Un beso necio al otro lado del continente,
Alicia
Felicidades Alicia por esta nueva NECEDAD, de este, cada día, más enamorado de tu palabra. Me abrazo a ella cuando leo porque siento que esta viva...
Gracias por escribir, por compartir tu magia que regalas...
Tirimasil
Gracias a tí Tirimasil, de esta cada vez más enamorada de los sueños que aterrizan en estas palabras necias. Alicia se abraza a la palabra compartida como a los árboles del bosque que todo lo miran.
Gracias por asomarte, Alicia extrañaba a Tirimasil,
Besos necios y azules,
Alicia
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