Somos sombras
oscuros contornos
en el umbral donde
despiertan los relojes
ahogado por la luz
el cuerpo se niega a revelar
el color de su botonadura.
La caverna no es la casa de las tinieblas
es esta luz que enceguece
a fuerza de verdades.
Afuera apenas unas líneas...
el posible destello de una mirada
un pie arriba desafiando la gravedad
para avanzar unos centímetros
y luego caer otra vez en el abismo
prometido paraíso de piedra
rompecabezas de agrietadas baldosas...
Un bulto indeciso
se tambalea bajo el brazo
más titubeante aún
temerosas manos
ocultas en las entretelas
donde agrestes palpitan los segundos.
La caverna queda sola
despiadadamente iluminada
aséptico laberinto
embozado en blanco y amarillo
límpido lugar donde no cabe la carne
ni los sueños de los hombres
armónico diapasón donde Dios
no ha colocado su inmaculado pie.
Angélica Santa Olaya D. R. ©
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©
2 comentarios:
Guaooo! Que lindo poema Angelica..!
Me encanta..esta listo para ser cantado..!
Besos, May.
Gracias May,
Estas palabras-sombra son las que nacen de mi leal y recurrente oscuridad. Hoy, como nunca antes, no sé si soy la sombra o la caverna; de lo que sí estoy segura es de que no tengo los pies inmaculados, gracias a Dios... Alabada sea la serpiente que trae consigo minúsculas gotas de vida en su veneno.
Besos,
Angélica.
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