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En fin, me pasa por andar de pálida
y por mi mala educación de hablar
de sangre soterrada y trino obscuro
con gente tan decente y sonrosada.
( Si lo correcto exige ponderar
el máximo centígrado del día
y disponer la voz a más asombros
previstos en tertulias de mujeres)
Me pasa por llevar a donde vaya
un extravío antiguo de relojes
y por dejar caer del gesto mío
fosilizados dientes de jazmines.
Los hombres ya se cuidan de mi lengua.
- Que tiene el virus -, corre la señal;
- y es improbable expectorar con suerte
el cúmulo de líquenes del pecho.
Delfina Acosta D. R. ©
Paraguay
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©