Ricardo Bernal, Doris Camarena, Mónica Sánchez y otros amigos -aferrados a las historias ñacañacosas y ese tipo de horripilancias raras y locuaces que tanto les gustan a los niños curiosos y metiches, como Alicia, aunque luego se estén muriendo de miedo, asco o risa (algunos son algo psicóticos...)- abrieron un blog bastante tenebroso o risoso, según sea el caso. No es necesario subrayar que Ricardo es una autoridad en narrativa fantástica en México. Él escribe esa clase de textos necios, rebeldes y voluntariosos que a mí me encantan por inclasificables. Dénse una vueltecita y léannos porque andaré por ahí metiendo mi cuchara cada vez que pueda. Me estreno con un texto que escribí mientras estuve hospitalizada hace unos meses, con una pata en el más allá, aferrandome a la literatura mientras los doctores me recomendaban no hacer ningún tipo de esfuerzo mental... jajaja... Eso sí que estaba bien difícil porque mis pensamientos tienen vida propia; giran solos adentro de mi cabeza. Ricardo y Doris estuvieron conmigo en ese difícil trance y por eso les dedico este cuentito a ellos y a la inolvidable Lucy de Ricardo.
Pasen, pasen al callejón de la carne... por AQUÍ por favor... sean ustedes tan amables...
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