tus labios son dulces
como el multiplicado centro
de los higos maduros
tuvo que pasar el vendaval
y derribar letanías
adheridas al fondo del océano
tuvimos que sacar los ojos a los peces
e injertar su mirada de 180 grados
en los poros abiertos del infierno
y todo para exprimir
una gota de mercurio al espejo
para dejar que la piel
hiciera lo suyo
y se deslizara tibia
sobre los muslos abiertos de la tarde
y fue la certeza
de estar enredados en la grama
de tener en las manos
la saliva del sol
empapando los sentidos
abisales cuestas
acomodándonos bajo la lupa
donde duermen los insectos
sólo unos segundos de temblor
para saber a qué sabe la vida
y la vida está bien
y los bigotes distraídos del tigre están bien
y el aullido ausente de los perros está bien
y las muescas en los ladrillos están bien
eso era todo
eso fue todo
y eso…
es todo
nada más
Angélica Santa Olaya D. R. ©
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©
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