“Alicia se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir de allí”. Lewis Carroll

miércoles, 23 de enero de 2008

EPIFANIA

Era tan hermoso que decidió vigilarlo para que no se fuera. Se sentó en una piedra y no le quitó los ojos de encima ni un solo segundo.
Ese día no comió, ni bebió ni se preocupó de resguardarse para calmar el calor. De pronto, el sol, aburrido de sentirse observado, corrió a esconderse en el único lugar donde no podría ser visto por el hombre; dentro de él.
El hombre, inundado de luz, encegueció. Entonces vino la noche y ambos, hombre y sol, pudieron descansar. Al día siguiente el hombre sabía que, aún ciego, no estaba solo.

Angélica Santa Olaya D. R. ©

México, D. F. enero 2008
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Angélica:

Mu gustó tu cuento, muy humano y excelente síntesis, muy conciso. Te envío un beso y un abrazo.

Obed González

LABERINTO ALADO dijo...

Gracias Obed,

Van, de vuelta, otro beso y otro abrazo.

Angélica.