El dos es un número que me encanta. Son dos los ojos que me permiten asomarme a la madriguera, dos las piernas con que avanzo en el tablero, dos los brazos con que envuelvo a quien se deja y dos las manos-balsas en que navego, mezclando tinta con sal, cuando el mar se pone bronco. Dos pequeñas, pero poderosas, embarcaciones que resguardan mi razón aún inmersa en la irracionalidad (de ahí precisamente el resultado; la dualidad es unidad paradójica e indivisible).
Y dos, también, se necesitan para amar y crear vida. De dos en dos amamos y creamos aunque, a la hora de sufrir, casi siempre es uno el que llora. Y entonces, aún así, la creación continúa engarzada al origen. Hay, por supuesto, muchas otras referencias al número dos, pero, para mí, estas son las esenciales. Mi ascendente astrológico es Géminis, dos y dos son cuatro, que es mi número de la suerte, y son dos los grupos de estudiantes de Historia que este año lidiarán con la maestra de Herramientas Escriturales de Investigación.
Además, El motivo de este -somero, pero sentido- homenaje al número dos es que hoy recibí dos buenas noticias. La primera es que me publicaron en el número 11 de la revista Parteaguas, del Instituto Cultural de Aguascalientes, que se distribuye en las librerías EDUCAL. La segunda es que mi amigo, el escritor Obed González, obtuvo el segundo lugar en el Primer Concurso Interdisciplinario de Arte, que convoca la revista argentina El Rescoldo, en la categoría de Ensayo. Felicidades Obed, sabes que todo lo bueno que te suceda es motivo de alegría para mí; lo he dicho y aquí lo reitero. Sé que hubo personas de toda América así que el mérito es mayor.
DIvina dualidad universal, útero que cobijas el gérmen de la vida, encorvada madre del devenir, torcido árbol de sabiduría, redondo espejo de veneración, arca de los besos, orgulloso profeta de los desvelados, refugio de los pecadores, estrella incondicional de los que se atreven; síguenos cobijando bajo tus buenos augurios. Amén.
2 comentarios:
Angélica: Diré un lugar común, que para mí es hermoso. El dos es un cisne que no tiene pareja. Entre las aves, el más elegante; entre los números, el perfecto. Su vuelo es como el de la flecha, lanza o jabalina, una línea recta con la que se forma el número uno; un vuelo que se extiende entre los tres pronombres singulares, para formar el pronombre plural: nosotros. Me da gusto por Obed, por dos razones. La primera, por tenerte como amiga, la segunda por lograr ese número dos, un cisne que no le importa ser número, que prefiere ser vuelo.
Jorge Flores
Jorge,
Gracias por tus aportaciones a la mitología del número dos. Reivindicas un significado ineludible; debo confesar que mientras escribía esta entrada no pude sacar de mi cabeza la imagen del cisne que tú mencionas. Además,porque, cuando era niña, con el número dos aprendí a dibujar ese mágico y mítico cisne; signo de la vida universal.
Tú lo has dicho: él mismo contiene a la unidad que inevitablemente busca al otro que le devuelve la completitud: la perfecta integridad. ¿No es maravilloso?
Angélica.
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