Y BUENO, AQUÍ VA porque es necesario, porque la violencia viene de todas partes, pero principalmente de los fuertes, de los que empuñan las armas antes que la razón o el corazón contra los débiles... como las mujeres, como las ancianas, y más si son pobres y para colmo indígenas... Ay Ernestina! Tú tenías todo eso encima... Para ti, en este Día Internacional de la Mujer.
ERNESTINA
Pero qué necia eres Ernestina… ¿no te
digo?
¿A quién se le
ocurre acabarse las uñas
escarbando el
sueño para atrapar lombrices?
¿A quién se le
ocurre treparse a los árboles
nomás para
comer los mangos verdes?
¿A quién se le
ocurre vivir tantos años
dueña y señora
de tus propios pasos?
¿A quién se le
ocurre desafiar a las piedras
con esa
reciura que el sol del trópico sembró en tus arrugas,
con esa mirada
de lince que no necesita disfraces
ni municiones
para cazar?
¿Qué no ves
que tus manos terrosas
amargan el
bocado del que empuña el arma
para
justificar el pan de cada día?
Vete nomás
ahora…
Ahí, con las
entrañas de fuera
alimentando a
los zopilotes,
dejando tu
necia necedad tatuada
en la memoria
de la tierra que te oyó gemir,
regalando los
ríos de tu sangre
a la precoz
eyaculación de los buitres,
tocando la
puerta cerrada de un dios menor
que afila los
colmillos
en las
desplumadas alas de un águila
que perdió el
pico bajo una lluvia de monedas;
un dios menor
que engulle a sus hijos
para no perder
la silla de oro.
Ay Ernestina…
deja de
remover las piedras buscando lombrices,
los gusanos
más grandes están aquí nomás tras lomita
royendo huesos
y lamiendo billetes bajo el pinar.
Angélica
Santa Olaya D. R. ©
4 comentarios:
Amiga Angélica, un poema lleno de energía y de vida. Leo el poema y veo una vida palpitando en lo versos, una vida real y no perdida en la abstracción. Eso y el ritmo le dan una tremenda eficacia.
Besos.
Gracias Antonio. Este poema está dedicado a una anciana que murió hace tres años en Zongolica, Veracruz. Se llamaba Ernestina Ascencio. Ya te había platicado de ella. Hace tres años circuló por la red sin mi permiso y lo retiré por esa y por otras razones. Hoy lo pongo aquí porque no me da la gana callarme. Gracias por leer.
Besos.
Y nunca calles. Y gracias por no callar. Cuántas Ernestinas todos los días, a todos y a todas nos toca alguna.
Besos.
Las Ernestinas que -espero- habiten los sueños más negros de los poderosos. De los que confunden gastritis con violación múltiple. De los indolentes y sus conciencias acalladas por el peso del dinero.
Besos.
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