UNA CITA CON AARÓN IVÁN LUYANDO IN MEMORIAM
Abrí mi correo y el primer mensaje en la bandeja era de Aarón Iván Luyando. Primero sonreí y después el estómago se me encogió y un dolorcito agudo se instaló entre la panza y la garganta. Y no se debió a la comida porque, aunque había comido mole de olla, no había razón para echarle la culpa al caldito. En ese momento me di cuenta de que, para mí, Aarón seguía vivo. En realidad había estado haciéndome la tonta yo sola. Tuve el pretexto de no estar en México para no asistir a su velorio. Y días antes, había evitado el visitarlo en el hospital, aunque hasta ahora puedo confesármelo, porque sabía lo que iba a suceder. No me pregunten por qué pero esto me sucede como una maldición: sé cuando un amigo va a dejarme. Ha pasado varias veces. Y, simplemente, yo no quería despedirme. Una semana antes acababa de despedirme, también, por teléfono, de otro amigo: Teddy, a quien esperaba ver en Argentina y encontrarlo aún vivo; pero no fue así. El año pasado fue Marcio Carvalho y en menos de dos años he dejado de ver a tres queridos amigos.
Ese dolor de estómago repentino que me ocasionó recibir el mensaje de Teresa Bernal, utilizando el correo de Aarón en cumplimiento de una última voluntad, me hizo ver que yo tampoco he borrado de mis contactos el mail de Aarón ni el de Marcio. Creo que es porque siento que si su dirección mail sigue en mi lista es porque ellos aún están conmigo. Y es que, por más que a uno le tiren mil choros mareadores, uno no quiere dejar a los seres que ama.
Ese dolor de estómago repentino que me ocasionó recibir el mensaje de Teresa Bernal, utilizando el correo de Aarón en cumplimiento de una última voluntad, me hizo ver que yo tampoco he borrado de mis contactos el mail de Aarón ni el de Marcio. Creo que es porque siento que si su dirección mail sigue en mi lista es porque ellos aún están conmigo. Y es que, por más que a uno le tiren mil choros mareadores, uno no quiere dejar a los seres que ama.
En fin… el próximo miércoles 4 de junio, en el Lobby de la UACM, plantel Del Valle, a las 7 pm, habrá un evento para recordar al amigo que, en una de sus generosas acciones, reunió a varios compañeros escritores en un proyecto artístico que era sólo para él, pero que decidió compartir con otros porque él era así: el colectivo artístico In-mural (nombre que tampoco he borrado de mi currículo por la misma razón que su correo).
Cada fin de año Aarón nos escribía una carta, muy a su estilo, donde hacía un recuento de los doce meses pasados. En la última se congratulaba de haberle ganado la batalla a una tuberculosa y rejega tos; bendecía a la vida por los “encuentros eróticos y placenteros”, agradecía la amistad, el apoyo y el cariño y añadía: “Aparentemente el 2008 se presenta con buena cara y parece traerme consigo mejor suerte. Que así sea.”
Yo, querido Aarón, deseo que efectivamente estés pasándola de poca madre, que allá donde estés haya quesadillas gigantes como las que te gustaba comer mientras tomabamos la clase de guión cinematográfico e inundabas el salón con olor a chicharrón prensado y salsa verde; que tengas también muchos encuentros eróticos y placenteros porque, como tú bien lo sabías, es la forma más natural y hermosa de sentirnos vivos. Guardame un lugarcito en el colectivo artístico que estés organizando por allá porque los muros, tangibles o intangibles, no existen cuando el amor está de por medio. Disculpa mi falta de valor para despedirte cara a cara. Te quiero. Gracias por ser mi amigo. Y, como tú decías: ¡Maldita sea! ¡Otra vez me ganó la pinche lágrima! Nos vemos el miércoles sin falta.
1 comentario:
Angélica,puedes confiar que tu
mensaje de amor a tu querido
amigo fue recibido porque
"Tus palabras son como las semillas
que al caer germinan".
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