Vienes con las manos florecidas
y la voz alineada con el primer solsticio de verano
yo te miro y desando la ruta de los caracoles
escucho lo que digo
y no soy yo
es otra la que suelta los pájaros
y espera que se metan solos a la jaula
eres un silbido que se cuela por la ventana
y se sienta frente al tocador mientras afuera el cielo se desjuga
un clavo me perfora la garganta
mientras tomas el cuchillo que alguien enterró en el jardín
y te sientas a esperar un relámpago
y sin embargo.....
II
ahora sé que no podré seguir caminando como si los pájaros no hubieran cantado más allá de la barda carcomida
como si cada golpe que asestamos al recuerdo se alejara entre las ruedas de los autos
como si un secreto pudiera guardarse en la caja fuerte de un banco
pero esta que ahora se desata los cordones de los zapatos sin agacharse
y se hace una cola de caballo con un resorte rojo
es también la que ha visitado el calcáreo refugio de las amapolas
me desconozco en el portal de los espejos
y me pregunto si es que todavía puedo cortar una sonrisa
y ponerla a florecer en un vaso con el agua de mi última lluvia
aunque no haya camino para los frágiles pies del alebrije
habrá que echar al fuego las astillas
y colgar el atrapasueños de la puerta
y sacar del closet el traje de luto
por si los navajazos
y por si el amor
Angélica Santa Olaya D. R. ©
Fotografía: Angélica Santa Olaya D. R. ©
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