“Alicia se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir de allí”. Lewis Carroll

sábado, 18 de agosto de 2007


LA LUNA SALE PARA TODOS

Cuando le empezaron a crecer los colmillos su madre la encerró en la habitación más alejada de la calle. Su padre mandó construir una ventana abatible en la puerta para proporcionarle alimento. Ella, necia y rebelde como era, prefería las lombrices que entraban por el agujero del muro que daba al jardín en tiempo de lluvias y los murciélagos que su hermano menor atrapaba y le llevaba a escondidas en verano.
Una noche, un rayo de luna tocó sus mejillas. Se aferró a él con todas sus fuerzas y dejó la casa con el primer asomo del sol. Caminó entre troncos caídos hasta encontrar un mar que engrosaba a cada paso bajo sus piernas. Las olas venían de ambos lados de sus brazos y se unían en un techo líquido que ella podía tocar con la punta de los dedos. Adentro todo era fresco y azul. Una pequeña barca llegó hasta ella y le ofreció una mano que no dudó en tomar. Tenía las garras más hermosas que jamás hubiera visto.


Angélica Santa Olaya D. R. ©

"Generación XXXV SOGEM"
México, 2005.

Arte gráfico: Cristina Hoyos D. R. ©

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